1950
Los primeros latidos
Futuros ajedrecistas
Doce bebés en pugna, en 1950
Nacer en aquel año bisagra fue hacerlo en un mundo que aún escuchaba los ecos de la guerra, donde la humanidad, entre ruinas, aprendía a recomenzar. Aquellos doce, como tantos otros, heredaron sin saberlo la tensión de una época que pedía resiliencia y temple desde la cuna.
Elegí doce de los más destacados; podría haber incluido más.
El número doce los convoca:
cifra sagrada en Sumeria y
eco de ciclos completos. El título de la sección es un guiño inevitable a la película
12 hombres en pugna
, tal como se la conoció en Hispanoamérica (12 Angry Men
).
Los doce futuros ajedrecistas presentados, en particular, hallaron su campo de batalla en los sesenta y cuatro escaques de un
tablero,
donde el combate se vuelve estrategia, arte y silencio elocuente.
Si en la sala del jurado la lucha era por la vida de un hombre, en la sala de torneos la disputa es por la inmortalidad de una idea.
En ambos casos, la pugna no es un accidente: es signo indeleble de la condición humana.
1. András Adorján
Escritor y gran maestro húngaro (título desde 1973), de ideas combativas: Black is OK!
, y sus continuaciones, fue menos un manual que un manifiesto para mirar a las piezas negras con autoestima. En 1968 tomó el apellido de su madre. Su pico de fuerza llegó a 2570 en enero de 1984; aquel julio figuraba vigésimo en la lista mundial. Ya de adolescente había dado la señal: subcampeón del Mundial Juvenil de 1969, por detrás de Anatoli Kárpov.
Adorján destacó como un competidor consumado y desempeñó un papel decisivo en el celebrado triunfo olímpico de oro de Hungría en Buenos Aires en 1978. Pensador incómodo y provocador en el mejor sentido, dejó una obra a la que vuelvo como quien consulta a un disidente lúcido. En mi extensa biblioteca, muchos de los libros de este brillante autor conviven con mis cuadernos de notas; así me recuerdan que el ajedrez también puede entenderse como una postura intelectual.
Murió en su casa de Budapest el 11 de mayo de 2023, tras una larga enfermedad. Tenía 73 años.
Su despedida no pasó inadvertido en la comunidad ajedrecística: se fue un competidor de estilo afilado, así como un autor cuyas ideas desafiantes incomodaban a muchos, tanto en el tablero como en sus escritos.
2. Ljubomir Ljubojević
Lo conocí en Buenos Aires, en octubre de 1994, en el Magistral “Lev Polugaevsky”. El magnetismo y la impulsividad con que dominaba la sala de análisis eran los mismos que irradiaban sus partidas: asumir riesgos, buscar la iniciativa, tensar cuando otros aflojan.
Autor: Bert Verhoeff — ANeFo / Nationaal Archief. Fuente: Wikimedia Commons. Imagen en dominio público — CC0 1.0.
Aquel penúltimo puesto de Wijk aan Zee 1972 no fue un tropiezo: fue el primer peldaño. Once años después, en la lista FIDE de enero de 1983, ya se codeaba con la dupla K–K: n.º 3 del mundo con 2645, por detrás de Kárpov (2710) y Kasparov (2690). Y, por encima de los números, queda su ética estética: jugar para ganar como forma de respeto, al público y al juego, incluso cuando el camino fácil pedía prudencia.
3. Evgeny Sveshnikov
Su apellido bautizó una idea: la Siciliana con …e5 que muchos miraban con recelo terminó siendo un laboratorio de modernidad. Sveshnikov fue teórico, entrenador y polemista.
Sus libros sobre “su” Variante y la Siciliana con c3 están entre los que más subrayo; no por fetichismo, sino porque me enseñaron a unir principio y práctica. Cuando un alumno entiende por qué 5…e5 cambia el paisaje del medio juego, ahí aparece Sveshnikov: pedagogo que transformó dudas en caminos.
4. Sam Palatnik
La migración de Palatnik de Odesa a Estados Unidos también trasladó un método. Gran Maestro desde 1978, fue un jugador fiable; como entrenador y autor dejó una huella mayor. Su idea, que el ajedrez es un modelo de vida, se vuelve práctica en libros escritos junto a Lev Alburt: en Chess Tactics for the Tournament Player la táctica se vuelve idioma y el ojo se afila diagrama a diagrama. Lo uso en mis cursos con excelentes resultados.
Semon Palatnik (2500) — Efim Geller (2550) [D00]
URSS-chT Cup 11th Rostov on Don (2), 05.1980
1.d4 Cf6 2.Ag5 d5 3.Axf6 exf6 4.e3 Ae6 5.Cd2 Cd7 6.c4 Ab4N [6...dxc4 Trompowsky — Van Scheltinga, Buenos Aires ol (Men) fin-A 1939 (10) ½-½] 7.cxd5 Axd5 8.Ce2 0-0 9.Cc3 Cb6 10.a3 Axc3 11.bxc3 c5 12.Ad3 cxd4 13.cxd4 Axg2?? 14.Tg1 Ac6
15.Txg7+!! [1-0]
Desde 1994 desarrolla su labor en Estados Unidos: Entrenador Emérito de Ucrania, formador de numerosos grandes maestros, entrenador oficial de la USCF para juveniles en Mundiales Escolares y también del equipo olímpico nacional. En Maryland dirige al equipo de la UMBC como director asociado y coordina la región Mid-Atlantic para la Kasparov Chess Foundation. Su legado es doble: resultados y un método que enseña a ver.
5. Konstantin Lerner
Originario de Odesa, se proclamó campeón de Ucrania en dos ocasiones (1978 y 1982). Dos años más tarde, en Lviv, terminó segundo en el Campeonato soviético, por detrás de Andrei Sokolov. Lerner ganaba sin fuegos artificiales: apretaba con paciencia, cambiaba cuando había que cambiar y hacía que cada jugada sumara un gramo extra hasta dejar sin aire a la posición rival. En los setenta y ochenta fue uno de esos profesionales que sostuvieron, con discreción y oficio, el altísimo nivel de la escuela soviética.
Como recuerda Yochanan Afek, en Israel entrenó a jóvenes campeones; su marca de fábrica fueron las posiciones ‘limpias’ y la explotación de pequeñas ventajas. Jugó por clubes como Kfar-Saba y se volcó a la formación con una ética sencilla y exigente: no buscar la brillantez gratuita, sino la claridad.
En 2001, se mudó con su familia a Israel, donde siguió compitiendo en diversos torneos. Falleció una década más tarde, en Herzliya, a la edad de 61 años.
6. Valeri Beim
Beim interesa como artesano: jugador, entrenador y escritor que destila experiencia en herramientas.
En mi biblioteca conservo la mayoría de sus libros, una caja de instrumentos que recorro con frecuencia.
How to Play Dynamic Chess
piensa la iniciativa;
How to Calculate Chess Tactics
ordena la visión combinativa;
Lessons in Chess Strategy
y
Back to Basics: Strategy
devuelven principios que no caducan;
The Enigma of Chess Intuition
se atreve con lo que no siempre sabemos nombrar;
Understanding the Leningrad Dutch
baja a tierra planes desde la estructura;
Chess Recipes from the Grandmaster’s Kitchen
suena a cuaderno de taller;
Paul Morphy: A Modern Perspective
enseña a leer el pasado con ojos de hoy.
No es literatura de frases brillantes: es ferretería fina para la práctica.
Marco Thinius (2300) — Valeri Beim (2500) [B08]
Berliner Sommer 11th, Berlin 1993
Una de las partidas más notables de la undécima edición del Berliner Sommer de 1993, disputada en el Centro Deportivo y de Congresos de Hohenschönhausen, fue la que enfrentó a Marco Thinius contra Valeri Beim en la ronda inaugural. Tras 21 movimientos, se alcanzó la fascinante posición del diagrama:
Berliner Sommer 11th
(Berlín, 1993) tras la jugada 21 de las negras.
Las piezas blancas cuentan con más espacio y libertad de acción, lo que les otorga una posición ventajosa. ¿Acaso Beim no calculó con la debida precisión y pasó por alto el doblete tras Cb6 del rival? ¿O fue, más bien, que tendió una celada a su oponente? En lo personal, desconozco la respuesta. Lo indiscutible es que el joven Thinius no dudó en ejecutar lo que casi todos sospechábamos. La partida prosiguió con:
22.Cb6? [22.g3!] 22...axb6 23.axb6 Txa4 24.bxc7 Txa1 25.c8D Tdd1
Hemos llegado a una posición extraordinaria, de las que pocas veces he visto sobre el tablero. Las blancas tienen dos doncellas y ningún castillo; el adversario ataca ferozmente en la primera fila con una batería de torres sin una dama que lo acompañe.
«¿Quién está mejor?», me pregunto; y esa misma duda les habría surgido a los espectadores afortunados que estaban presentes en la sala de juego siguiendo este encuentro. La verdad, no sé quién está peor. En estos casos, lo más atinado es responder que el juego es complejo o infinito (dado el símbolo que algunos manuales emplean cuando no se sabe lo que pasa).
Marco Thinius, de quien supe después que además de ajedrecista es fagotista solista en la Staatskapelle Weimar, decidió retirar la dama atacada de 'c8', en el bien entendido de que resistiría erguidamente los embates que se cernían sobre su rey. Sin embargo, menuda sorpresa se llevó con la continuación de la partida. Para mantenerse a flote, debía jugar 26.Dxd1!!, pero cómo saberlo cuando posiblemente uno se siente vencedor en la posición.
La partida continuó:
26.Db8?? Txf1+ 27.Rh2 Th1+ 28.Rg3
Dado que estas secciones culturales tienen otra intención de motivos, y con el fin de aumentar el suspenso, recomiendo al lector que vea cómo se las ingenió Beim para salir airoso en esta partida excepcional y acabó llevándose el punto de regreso al hotel. Consultar aquí.
7. Slim Bouaziz
Pionero del ajedrez árabe y africano, abrió camino como primer gran maestro de Túnez y del conjunto del continente (1993). Disputó cinco Interzonales. Confieso que no era un jugador cuya trayectoria conociera al dedillo. Sí recuerdo, desde pequeño, que Bouaziz (17 años) terminó último en el Interzonal de Sousse 1967, obteniendo algunas tablas valiosas y una única victoria ante el GM Robert Byrne. ¿Era el más joven del Interzonal? Casi: también jugó Henrique “Mequinho” Mecking, con 15 años.
Aquel Interzonal es memorable por varios motivos. Recordemos que el tempestuoso Bobby Fischer abandonó la competición en la cúspide de su juego. La razón inmediata fue una desinteligencia con los organizadores por el calendario: judío practicante, se negaba a jugar durante el shabat. Aunque hubo un acuerdo inicial, programaron su partida contra Efim Geller un viernes por la tarde; Fischer no se presentó y se le anotó derrota por incomparecencia (forfeit). Para él, aquello fue una traición imperdonable.
Pese a la actuación demoledora que venía firmando en las rondas previas, y aunque los organizadores acabaron cediendo a sus demandas, la furia de Fischer ya no tenía freno. El daño estaba hecho. Sintió que su integridad había sido vulnerada y, en un gesto de rebeldía, abandonó el torneo y se marchó de Túnez.
Años después, el nombre de Bouaziz resonó de nuevo en mi memoria por un eco particular: la Olimpiada de Dubái 1986. En ella, Bernardo Roselli, múltiple campeón uruguayo a quien conocí de niño en un torneo disputado en Carmelo, su ciudad natal, logró vencerlo en una buena partida. La célebre publicación Šahovski Informator la reseñó más tarde en su volumen 42.
Y ya que hablamos de olimpiadas, repasemos una miniatura de Slim en la Olimpiada de Siegen 1970, frente el jugador peruano Orestes Rodríguez Vargas.
Slim Bouaziz — Orestes Rodríguez Vargas [C88]
Olympiad-19 Preliminaries A, Siegen (5), 09.09.1970
1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Ab5 a6 4.Aa4 Cf6 5.0-0 Ae7 6.Te1 b5 7.Ab3 0-0 8.h3 Ab7 9.c3 d5 10.exd5 Cxd5 11.d4 exd4 12.cxd4 Af6 13.Cc3 Cxc3 14.bxc3 b4 15.Ab2 Dd6 16.Dd3 bxc3 17.Axc3 Tad8 18.Tad1
El conductor de las negras era el campeón absoluto de Perú, título que obtuvo cinco veces consecutivas (1968–1972). Aunque tal vez no lo parezca a primera vista, la posición blanca es más cómoda; las negras no encontraban un plan claro para sostenerse ante un rival que trataba con precisión el peón dama aislado. Como suele ocurrir en estas estructuras, las negras se precipitaron con una jugada nerviosa:
18...Cb4?? (mejor era 18...Ce7)
Bouaziz detectó de inmediato el desliz y entregó sin dudar la pareja de alfiles por un motivo poderoso:
19.Axb4! Dxb4 20.Ac2 [1–0]
Una partida breve, casi escolar, pero suficiente para recordarnos que Bouaziz tenía un filo táctico capaz de aprovechar el más mínimo error.
8. Vladimir Okhotnik
Okhotnik representa la madurez sin apuro. Campeón de Ucrania en 1979, se afincó en Francia y coronó su recorrido con el Mundial Sénior 2011 (y más tarde el 65+ en 2015). Como autor, dejó junto a Bogdan Lalić dos volúmenes muy consultados: Carpathian Warrior — Book One: Secrets of a Master y Carpathian Warrior 2, volcados a la Pirc, la Moderna, la Checa, la Philidor y otros sistemas negros con fiancheto. Me gusta su invitación silenciosa: jugar las negras sin complejos, con maniobra paciente y contraataque a tiempo.
En su obra más personal, It is Never Too Late to Become a Grandmaster (2021), ensaya un tono autobiográfico que va más allá del tablero. “Para un veterano, el ajedrez sigue siendo un espacio inmenso de autoexpresión”, escribe, consciente de los retos de su generación frente a los motores y la preparación informática. Allí vuelve sobre su camino de seis décadas en el juego, subrayando que el ajedrez no se reduce a ciencia, arte o deporte: es, sencillamente, parte de la vida. Hoy reside en Uzhgorod (Ucrania), sin dejar de competir ni de transmitir su método: enseñar a ver en medio de la presión.
9. Juan Manuel Bellón López
Cinco veces campeón absoluto de España y gran maestro internacional desde 1978, Juan Manuel Bellón ha sido durante décadas una presencia constante en la élite ibérica y europea. Su estilo combativo lo llevó a representar a España en numerosas Olimpiadas y a medirse en circuitos internacionales de primer nivel. Desde hace años reside en Estocolmo (Suecia), donde comparte vida y tablero con Pia Cramling, gran maestra y compañera inseparable: juntos encarnan una de las parejas más emblemáticas del ajedrez contemporáneo.
Lo conocí en Buenos Aires, en abril de 1994, durante el torneo “12 Banderas”: cercano, cálido, uno de esos grandes maestros que dialogan con naturalidad, como si no existiera distancia entre el tablero y el espectador. Ese mismo rasgo de cercanía atraviesa su trayectoria: un jugador de gran nivel competitivo y, a la vez, un referente humano que se mueve en el ajedrez como en su propia casa.
10. Peter Biyiasas
Biyiasas simboliza el esfuerzo de un ajedrez periférico que se hace un lugar. Doble campeón canadiense y olímpico habitual, disputó torneos fuertes en Europa antes de radicarse en California. Su estilo fue práctico, terso, con la virtud de tomar decisiones claras en posiciones con ruido. En la historia del ajedrez norteamericano de los setenta, su nombre es una bisagra: ayudó a que Canadá dejara de ser un invitado tímido.
11. Péter Lukács
No todos buscan el reflector. Lukács, campeón húngaro en 1980, activo en ligas y por equipos, pertenece a esa categoría fundamental: sostener el nivel interno que hace posible la excelencia de una escuela. Cuando reviso sus partidas encuentro respeto por la técnica y una saludable resistencia al dogma. Su relevancia como “nacimiento de 1950” es recordarnos que el ajedrez también se construye desde la constancia local.
Péter Lukács (2475) — László Bárczay (2420) [D46]
Budapest, 09.08.1998
1.d4 d5 2.c4 e6 3.Cf3 Cf6 4.Cc3 c6 5.e3 Cbd7 6.Dc2 Ad6 7.Ad3 dxc4 8.Axc4 0-0 9.0-0 e5 10.h3 Dc7 11.Ad2 exd4 12.exd4 Cb6 13.Ab3 h6??
14.Axh6!! gxh6 15.Dg6+ Rh8 16.Dxf6+ [1-0]
12. Julio Kaplan
No puedo pensar en Julio Kaplan sin evocar Jerusalén en agosto de 1967, apenas dos meses después de la Guerra de los Seis Días. El Campeonato Mundial Juvenil se disputó en esa tensa atmósfera de posguerra; hubo dudas y ausencias, pero veinte países finalmente se alinearon (lo constato en el boletín del torneo que conservo).
Lo inusual fue que participaron dos argentinos: Víctor Brond (como representante oficial, aunque no jugó la final) y Kaplan, argentino de nacimiento y campeón absoluto de Puerto Rico. En ese paisaje áspero, Kaplan ganó la Final A y recibió el título de Maestro Internacional de la FIDE.
Julio Argentino Kaplan Pera nació el 25 de julio de 1950 en Buenos Aires, Argentina. Se mudó con su familia a Puerto Rico en 1964 y, tres años después, se estableció en Estados Unidos, donde aún reside y trabaja para Autodesk. Su victoria en Jerusalén abrió horizontes para el ajedrez caribeño y rioplatense. Cada vez que hojeo las crónicas de aquel torneo, vuelvo a sentir la mezcla de incertidumbre y lucidez de una época que obligaba a madurar rápido.
Epílogo: la trama invisible
Mirados juntos, estos nacidos en 1950 cuentan más que sus tablas de resultados. Hay migraciones que reescriben biografías (Odesa hacia Estados Unidos o Austria; Ucrania hacia Israel o Francia), hay libros que cambiaron formas de pensar (Black is OK!, los manuales de Sveshnikov, la didáctica de Palatnik y Beim, los Carpathian Warrior), hay encuentros personales que anudan la memoria (Ljubo y Bellón en Buenos Aires; el compatriota Roselli venciendo a Bouaziz en Dubái 1986), y hay un Campeonato Juvenil disputado en una ciudad recién salida de la guerra. Como profesor y entrenador, suelo decirles a mis alumnos que el ajedrez no se aprende solo con variantes: también con historias que nos miran de vuelta. Esta docena de 1950 es parte de mi estantería y de mi biografía; por eso la celebro.
Fallecimientos (Ajedrecistas)
Sady Loynaz Páez
En el repaso de ajedrecistas fallecidos en 1950 aparece, con nombre propio, el campeón venezolano Sady (Zadí José) Loynaz Páez-Pumar.
Aunque no alcanzó fama internacional, fue una de esas figuras que dejan una huella profunda en su entorno. Nacido en Caracas el 28 de diciembre de 1909, se consagró primer campeón nacional de Venezuela en 1938 y defendió el título en sucesivos encuentros frente a Manuel Acosta Silva, José León García Díaz, Omar Benítez y Héctor Estévez. Su nombre quedó ligado a los años en que el ajedrez venezolano comenzaba a organizarse y a tomar forma federativa.
En 1939, durante la gira sudamericana de Alexander Alekhine rumbo al Torneo de las Naciones en Buenos Aires, Loynaz tomó parte en las exhibiciones simultáneas que el campeón mundial ofreció en Caracas. Fue un cruce breve, pero significativo: lo puso, por un instante, en contacto con la élite ajedrecística mundial.
Murió el 26 de septiembre de 1950, con apenas cuarenta años, víctima de un ataque cardíaco fulminante. Su partida temprana conmovió al ajedrez venezolano, que poco después lo recordó en torneos organizados en su memoria, como el Torneo Bolivariano de Caracas (1951), muestra del respeto y afecto que despertaba entre colegas y amigos.
En condiciones normales, esta sección habría quedado reducida a una breve mención. Sin embargo, la escasez de información confiable y la proliferación de errores, entre ellos los que lo hacen nacer en 1910 o suprimen parte de su apellido, obligan a ofrecer aquí un retrato más amplio de lo que hubiéramos querido para una simple pincelada. Es un modo de restaurar su lugar en la memoria: un campeón nacional que dio identidad al ajedrez venezolano en los años previos a Dubrovnik 1950.